“¿QUÉ TAL EL PROTOCOLO? BIEN , MUCHAS GRACIAS”
En estos tiempos convulsos e indeseados que vivimos y, sobre todo tan inciertos, tenemos una certeza sin embargo: el Protocolo no morirá.
Esta convicción no proviene de un optimismo exacerbado o, menos aún, de la capacidad de predecir el futuro. Esta certeza parte de un hecho incuestionable: el hombre necesita comunicarse para mantenerse vivo en la sociedad, esa es su esencia. Siempre lo ha sido y lo será.
¿Y qué tiene ésto que ver con el Protocolo? Bueno, todo. Entendemos el Protocolo como un sistema normativo, aplicado en un ámbito profesional e institucional, tanto a las relaciones interpersonales como, sobre todo, a la gestión de ceremonias y eventos, con el objetivo principal de transmitir un mensaje de respeto por los símbolos y el estatus de las personas, organizaciones y Estados. Mediante el uso de técnicas de Protocolo comunicamos “quién es quién”. En Protocolo, la forma es fundamental.
Con la pandemia, nuestro mundo se detuvo de repente. Las relaciones interpersonales en un contexto profesional comenzaron a suceder, predominantemente, en un contexto digital. Y, el Protocolo, con el pragmatismo y la flexibilidad inherente, se adaptó, utilizando su conjunto de reglas designadas como netiquette (reglas que, por cierto, ya eran aplicables mucho antes de la pandemia) y el conjunto de preceptos sobre la imagen personal, aplicable en el contexto de la comunicación digital (también, por supuesto, existente sin relación directa con la intensificación del sistema de teletrabajo).
Con respecto a las ceremonias y eventos, parece claro, en este momento, que nada significativo ha cambiado o cambiará en la implementación de las reglas del protocolo: la legislación referente a los símbolos nacionales, la Ley de precedencia del Protocolo del Estado, las leyes orgánicas de las entidades de la administración pública, los organigramas corporativos, se seguirán aplicando y haciendo cumplir. Lo que cambia, hasta donde sabemos ahora (distancia social, etiqueta respiratoria, estándares de higiene, entre otros aspectos), no está directamente relacionado con los criterios del protocolo.
Lo que todos sabemos es que los eventos y ceremonias presenciales, en sus múltiples formatos, suceden y posiblemente seguirán ocurriendo, con menor frecuencia, con distintas configuraciones, con un menor número de participantes, una realidad que incuestionablemente afecta y mucho al sector, ¡pero no exactamente la aplicación del Protocolo!
En un contexto digital, algunas ceremonias y eventos seguirán requiriendo un Protocolo, a saber, los más formales o los que acogen a altas autoridades y otras personalidades. Como siempre pasaba, de hecho, también en el formato presencial.
Al analizar la historia y evolución del Protocolo -ejercicio indispensable y muy útil para quienes ejercen esta profesión- encontramos que esta disciplina ha ido siguiendo el progreso de civilización con flexibilidad y sentido común, habiendo llegado con contundencia hasta hoy, a pesar de que muchas veces se ha predicho su inutilidad y muerte. No creemos en Protocolo “antiguo” y Protocolo “nuevo ” o en Protocolo “diferente” para eventos digitales, híbridos o presenciales. Creemos en un reglamento de Protocolo que existe y tiene que ser aplicado, con profesionalidad, ¡siempre que sea necesario y útil!
En nuestra opinión, el Protocolo seguirá por el camino de las personalidades, la presencia de empresas, la comunicación de las instituciones, la diplomacia entre Estados, cumpliendo su mayor objetivo (poder comunicar), ajustando, configurando, dejando soltar algunas prácticas e implementando otras, retrocediendo, permaneciendo, avanzando… de ésto estamos seguros: ¡COVID-19 no matará el Protocolo!
Cristina Fernandes y Susana de Salazar Casanova
http://cristinafernandes.com/como-vai-o-protocolo-bem-muito-obrigado/